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Fragmentos de cómo se va a componer el mundo III

La cumbre del período de balbuceo

¿Qué sucede en el período de transición con los numerosos sonidos que el niño solía pronunciar fácilmente? ¿Cuál es el destino que le espera a su capacidad de producir los sonidos de todas las lenguas antes de aprender los sonidos de una única lengua? Es como si la adquisición del lenguaje sólo fuera posible a través de un acto de olvido, una suerte de amnesia lingüística infantil (o amnesia fónica, ya que lo que el niño parece olvidar no es la lengua sino una capacidad infinita para la articulación indiferenciada). ¿Es posible que el niño esté tan cautivado por la realidad de una lengua que opta por abandonar la tierra sin fronteras pero a la vez estéril que encierra la posibilidad de existencia de todas las demás? ¿O acaso uno debiera observar la lengua recién adquirida para buscar una explicación?: ¿es acaso la lengua madre la que se apodera del nuevo hablante y se rehúsa a dar cabida siquiera a la sombra de alguna otra? (...) Al menos dos cosas nacen de esa voz vaciada por el retiro de los sonidos que el niño que ha aprendido a hablar ya no puede producir: a partir de la desaparición del balbuceo nacen una lengua y un hablante. (...)

¿Las lenguas de los adultos retienen algo del balbuceo infinitamente variado del que surgieron? Si es así, entonces lo que perdura es apenas un eco, ya que allí donde hay lengua el balbuceo desapareció mucho tiempo atrás, al menos en la forma en que alguna vez existió en boca de ese niño que aún no había aprendido a hablar. Sería apenas un eco de otra habla y de algo diferente al habla: una ecolalia, que supo resguardar la memoria de ese balbuceo indiferenciado e inmemorial que, al perderse, permitió la existencia de todas las lenguas.

Daniel Heller-Roazen, Ecolalias, Editorial Katz, Buenos Aires 2009

El idioma de los lupihakes ("seres resplandecientes")

Si un político frente a las masas campesinas de la altiplanicie andina arengara con la frase: "olvidemos el pasado, más bien miremos hacia adelante...", aunque el oyente de mentalidad aymara sepa esas palabras castellanas, sencillamente no recibirá el mensaje. El desentendimiento radica no tanto en un problema de semántica, sino que se origina en el esquema lógico que presupone una tal alocución.

Para el hombre que piensa en aymara, su premisa es que el pasado está adelante y el futuro atrás. El tiempo es el que transcurre implacablemente hacia adelante de modo independiente de cómo los humanos actuemos. No podemos dejar de ver lo que nos ha devenido desde lo incognoscible allí atrás, hacia lo contemplable aquí delante. El pasado no se puede olvidar, está adelante de nosotros grabado en nuestra memoria. Lo escabroso del pasado lo podemos "allanar" ("pampachaña"), pero no podemos dejar de verlo.

La palabra `garüru" (mañana), se compone de "garu" (seguidamente atrás) y "uru" (día) , y su mímica consiste en señalar hacia atrás y arriba; "masdru" (ayer) se señala hacía adelante abajo; "gepa" quiere decir tanto "atrás" como "después".

Los problemas de comunicación social que se confrontan en Bolivia y Perú, donde en un mismo espacio y tiempo transcurre paralelamente la vida de dos sociedades apartes, que a pesar de los siglos de interacción histórica, apenas se van integrando entre sí, sólo podrán ser bien comprendidos, cuando se capten los antagonismos existentes entre las dos lógicas diferentes, subyacentes, la una en el milenario y autóctono idioma aymara, y la otra en el moderno castellano, injertado en este continente apenas hace cuatro siglos.

Al decir "dos lógicas diferentes", nos referimos no sólo al hecho de que, como en nuestro anterior ejemplo sobre la conceptualización del tiempo, los procesos de inferencia a menudo parten de premisas que obedecen diferentes modelos de pensamiento. El abismo es más profundo aún. (…) En lo esencial, la lógica del aymara es trivalente, no nada más que bivalente como la del español. Es decir, la sintaxis del idioma indígena revela una lógica "no Aristotélica" porque no tiene solamente los dos valores de la lógica tradicional occidental: verdadero, falso. Tiene tres: verdadero, falso, incierto. En observancia del principio de "tercero excluido", la lógica del español sólo permite hacer falsas. En la lógica no dicotómica, que es la del aymara, los enunciados se construyen con sufijos, en vez de palabras de conexión, y se torna posible derivar conclusiones a partir de premisas dudosas o apenas plausibles. O sea, algo puede -creámoslo o no los no aymaras- ser "quizás cierto y quizás no cierto". La ambigüedad tiene valor; la incertidumbre importa. No se trata, pues, simplemente del conflicto común entre dos vocabularios diferentes pero equiparables. Son dos maneras de pensar marcadamente opuestas que trasuntan universos culturales muy alejados entre sí.

Iván Guzmán de Rojas, Problemática lógico-ingüística de la comunicación social con el pueblo Aymara, IDRC Manuscript Reports, Ottawa, 1985

Imágenes taquigráficas de acciones o procesos

Leyendo chino no parece que estemos haciendo malabarismos con fichas mentales, sino que veos las cosas llevando a cabo su propio destino.

(...) Observemos desde más cerca esa calidad de vivacidad en la estructura de las palabras chinas aisladas. Las formas primitivas de los caracteres eran pictóricas y su acción sobre la imaginación no se ve conmovida ni siquiera en sus posteriores modificaciones convencionales. Quizá no sea bien conocido que gran número de estos radicales ideográficos llevan en sí mismos una idea verbal de acción. Podría pensarse que una imagen es naturalmente una imagen de una cosa y que, por tanto, las ideas radicales de la lengua china son lo que la gramática llama nombres.

Pero un examen atento revela que gran número de los caractetes chinos primitivos, incluso los llamados radicales, son imágenes taquigráficas de acciones o procesos.

Por ejemplo, el ideograma que significa "hablar" es una boca, de la que salen dos palabras y una llama. El signo que significa "crecer con dificultad" es yerba con la raíz torcida. Pero esta cualidad concreta de verbo, tanto en la naturaleza como en los signos chinos, se hace bastante más patente y poética cuando pasamos de esas imágenes originales simples a conjuntos. En este proceso de composición dos cosas unidas no producen una tercera cosa sino que sugieren alguna relación fundamental entre ellas. Por ejemplo, el ideogreama para "comensal" es un hombre y un fuego.

Un auténtico nombre, una cosa aislada, no existe en la naturaleza. Las cosas son sólo los puntos terminales, o mejor, los puntos de encuentro de acciones, cortes transversales de acciones, instantáneas. Un verbo puro, un movimiento abstracto, tampoco cabe en la naturaleza. El ojo ve nombre y verbo como una sola cosa: cosas en movimiento, movimiento de cosas, y eso es lo que tiende a representar la concepción china.

Ernest Fenollosa - Ezra Pound, El carácter de la escritura china como medio poético, Visor, Madrid, 2002

El ta ´am: una parábola entre el cuerpo y el lenguaje

Antoine Spire: Este libro es la expresión de lo que usted aprendió mientras traducía la Biblia, es decir, que el hebreo tiene un ritmo que todos los traductores del hebreo han desdeñado, prefiriendo centrarse en el sentido de las palabras. Al ignorar el ritmo, ignoraron el poema de la Biblia.

Henri Meschonnic: Aprendí a reconocer el continuo del lenguaje. Un texto que inventa un pensamiento le “hace” algo a su lengua. Es un sistema de discurso que trabaja la lengua. No es el hebreo el que hace la Biblia, es la Biblia la que hace el hebreo.

Antoine Spire: ¿Qué hay detrás de este ritmo que cuenta tanto para usted?

Henri Meschonnic: El sentido real de la palabra “ta´am” en hebreo ("acento" en español) es "gusto", el gusto de lo que se tiene en la boca, de lo que se come. Es una metáfora espléndida de que el cuerpo, la física de la vida, hace el movimiento del lenguaje. Ahora bien, todas las traducciones de la Biblia se sitúan en el modelo griego del lenguaje que rige el pensamiento mundial desde hace 2500 años: lo discontinuo entre la forma y el contenido, la letra y el espíritu, el sentido y el sonido, el alma y el cuerpo.

Antoine Spire: En su opinión, la traducción corriente, la que separa el signo en sonido y en sentido, “busca una clientela”. ¿Cuál es la razón?

Henri Meschonnic: Para convertir. Traducir la Biblia en todas las lenguas del mundo es un acto notoriamente cristiano. Sin embargo, hay traducciones judías, entre otras la del Rabinato (1899-1905). Pero ella traduce sobre todo el estado del judaísmo francés de su tiempo: una voluntad de asimilación. Y, para Éxodo 3, 14 (ehié / asher ehié) el Rabinato dice: “Soy el Ser invariable” que no traduce el hebreo, sino el griego de la Septuaginta (la traducción al griego en el siglo III antes de Cristo). La traducción protestante de Second (1877) está más cerca del hebreo. Yo propongo: Seré que seré. Pongo un blanco entre “seré” y “que” para transponer los ta´amim. La exégesis judía nos enseña que cuanto más ínfimos son los detalles, más importante son. El texto fundador del cristianismo no es la Biblia hebraica, sino la traducción al griego de la Septuaginta. Allí hay una apuesta a lo teológico-político muy fuerte: el cristianismo se hace pasar por el “verus Israel”. (...)

Antoine Spire: “Seré que seré”. Difícil de entender.

Henri Meschonnic: Dos versículos antes, en el versículo 12, Dios ya había dicho: “Estaré contigo”. Moisés vuelve a preguntar y Dios repite esta fórmula, por consiguiente se trata de un futuro. No de un presente como dice San Jerónimo. No es “Soy el que soy” sino un verbo en futuro. Y un verbo en lugar de un nombre. Lo divino, poder creador de vida, se separa radicalmente de lo sagrado. El ser humano ya no puede saber qué es lo divino.

Antoine Spire: Lo menos que se puede decir es que su traducción “Seré que seré…” es difícil de entender sin su comentario. De esta manera impide su acceso a la mayoría de nuestros contemporáneos. Con su traducción estamos tal vez en el ritmo de la lengua original, el hebreo, pero el sentido ya no es fácilmente accesible para todos. Y su elitismo difícilmente puede concernir a todos y cada uno (...).

Henri Meschonnic: Pero yo respondo efectivamente “elitista para todos”. Lo que pasa en el texto bíblico y que hasta ahora no se escuchó más que en hebreo (y no para todos, así, por ejemplo, la edición popular israelí de Hartom y Cassuto publica un texto acompañado de una puntuación moderna que remplaza los ta´amim. Sólo las ediciones eruditas o las ediciones religiosas publican el texto con los ta´amim), es una práctica que exige cierta tecnicidad. Pero si usted entra en una sinagoga, oye la cantilación del texto bíblico. Es una puesta en música de los ta´amim cuya melodía varía según se trate de yemenitas o de sefaradíes o de askenazis. Pero la rítmica que organiza el texto es común a todas estas versiones cuya música varía. Sólo retengo el carácter orgánico de los ta´amim y traduzco para hacer que se oiga la rítmica del hebreo contra 18 siglos de cristianización, de helenización, de latinización, por consiguiente de borramiento del ritmo. El ritmo de la Biblia es para mí un incentivo teórico, una profecía que muestra que todavía no se sabe lo que el ritmo hace en el lenguaje. La primera palabra en un imperativo célebre es “Shemá” (escucha). Escucho y doy a oír.

Antoine Spire: ¿No hay en usted una obsesión por el texto original? Cuando critica a los cristianos que helenizan el texto bíblico, los acusa de una carrera hacia el texto original que destruiría el texto mismo. Lo que cuenta, para llegar a lo divino o al menos a lo sagrado, es ir hacia la expresión total que es sentido, sonido y ritmo. ¿Acaso todo texto no es, aunque sea un poco, portador de todo eso y entonces esta obsesión del origen es mucho más inútil puesto que ya no tenemos el primer texto hebreo?

Henri Meschonnic: Saussure en su Curso de lingüística general mostró que cada vez que se busca el origen se encuentra el funcionamiento. A mí me interesa el funcionamiento. Son los cristianos los que corren detrás del origen desde hace siglos. Porque tienen un problema de identidad. Descalifican el texto masorético con el pretexto de que los Masoretas (los transmisores) anotaron tardíamente, entre el siglo VI y el sigo IX, las vocales y los ta´amim (los ritmos) que antes no estaban anotados. Efectivamente los manuscritos del Mar Muerto están escritos con las veintidós consonantes del alfabeto hebreo sin las vocales y sin el ritmo. Pero es absurdo atribuir a los Masoretas la invención de las vocales. El hebreo se pronunciaba y constaba de vocales, sólo que éstas no estaban escritas. Así como se ha cantado antes de inventar las notas de música, los Masoretas inventaron pequeños signos para escribir las vocales, para no perder el saber debido a la dispersión. Los Masoretas también anotaron los ritmos, los nombres de los acentos que designaban formas gráficas, líneas melódicas y movimientos de la mano. Basta con entrar en una sinagoga y al lado del cantor se ve a alguien que agita las manos y los brazos. Un nombre de acento significa la mano abierta, otro quiere decir el dedo levantado. Era una dirección de actores muy anterior a la invención de los signos escritos.

Entrevista a Henri Meschonnic por Antoine Spire (Traducción de Hugo Savino), Acerca de Un Golpe de Biblia en la filosofía

El virus del lenguaje

En el principio era la palabra y la palabra era Dios y desde entonces ha permanecido como uno de los misterios. La palabra era Dios y la palabra era carne se nos dice. ¿En el principio de qué exactamente se encontraba esta palabra inicial? En el principio de la historia escrita. Por lo general se presupone que la palabra hablada vino antes que la palabra escrita. Sugiero que la palabra hablada como la conocemos vino después que la palabra escrita.

En el principio era la palabra y la palabra era Dios y la palabra era carne… Carne humana… En el principio de la escritura. Los animales hablan y transmiten información. Pero no escriben. No pueden hacer que la información esté disponible para las generaciones futuras o para los animales que están fuera del alcance de su sistema comunicativo. Ésta es la diferencia fundamental entre los hombres y otros animales. La escritura. Korzybski, que desarrolló el concepto de Semántica General, el significado del significado, ha señalado esta distinción humana y ha descrito al hombre como “el animal que articula el tiempo”. Puede hacer que la información esté disponible para otros hombres a través del tiempo gracias a la escritura. Los animales hablan. No escriben. Una vieja y astuta rata puede saber mucho sobre tramperas y venenos pero no puede escribir un manual titulado “Tramperas mortales en su almacén” para el Reader’s Digest con estrategias para agruparse contra los excavadores y los hurones y cuidarse de los tipos listos que tapan nuestros agujeros con viruta de acero. Es improbable que la palabra hablada hubiera podido evolucionar más allá de la fase animal sin la palabra escrita. La palabra escrita se infiere del habla humana. A nuestra vieja y astuta rata no se le ocurriría reunir a las ratas jóvenes y transmitirles su conocimiento auditivamente porque la misma idea de articular el tiempo no puede ocurrir sin la palabra escrita. La palabra escrita es por supuesto símbolo de algo y en el caso de un lenguaje jeroglífico como el egipcio puede ser un símbolo en sí misma, es decir, una figura de lo que representa. Esto no es cierto para un lenguaje alfabético como el inglés. La palabra “pierna” no tiene semejanza pictó- rica con una pierna. Se refiere a la palabra hablada “pierna”. Así que podríamos olvidar que una palabra escrita es una imagen y que las palabras escritas son secuencias de imágenes, es decir imágenes en movimiento. Así que cualquier secuencia jeroglífica nos da inmediatamente una definición funcional de las palabras habladas. Las palabras habladas son unidades verbales que se refieren a esta secuencia pictórica. ¿Y qué es entonces la palabra escrita? Mi teoría fundamental es que la palabra escrita fue literalmente un virus que hizo posible la palabra hablada. La palabra no ha sido reconocida como un virus porque alcanzó un estado de simbiosis estable con el huésped… (Esta relación simbiótica se está rompiendo ahora por razones que señalaré más tarde.) Cito de Mechanisms of Virus Infection editado por Mr. Wilson Smith, un científico que realmente piensa en su tema en lugar de correlacionar información. Él piensa, pues, en las intenciones esenciales del organismo viral. En un artículo titulado “Virus Adaptability and Host Resistance” [Adaptabilidad del virus y resistencia del huésped] de G. Belyavin, las especulaciones sobre el objetivo biológico de las especies virales aumentan… “Los virus son obligatoriamente parásitos celulares y por ende son totalmente dependientes de la integridad de los sistemas celulares que parasitan para su supervivencia en un estado activo. Es algo paradójico que muchos virus a la larga destruyan las células en las que están viviendo…”

Y yo agregaría: y que destruyan también el ambiente necesario para cualquier estructura celular que podrían parasitar para sobrevivir. ¿El virus es, entonces, una simple bomba de tiempo dejada en este planeta para ser activada por control remoto? ¿Un programa de exterminio? ¿Sobrevivirá alguna criatura humana en el camino que va de la total virulencia a la última meta de simbiosis? ¿Está la raza blanca, que pareciera hallarse más bajo el control viral que la negra, la amarilla y la cobriza, dando indicios de una posible simbiosis?

“Desde el punto de vista del virus, la situación ideal parecería ser aquella en la que el virus se replicara en las células sin perturbar su normal metabolismo.”

“Esto ha sido sugerido como la situación biológica ideal hacia la cual todos los virus evolucionan lentamente…”

¿Aplicarían violencia sobre un bienintencionado virus en su lento camino hacia la simbiosis?

Eso no tiene sentido: si un virus va a alcanzar un estado de completo equilibrio benigno con su célula huésped es poco probable que su presencia sea detectada enseguida o que necesariamente sea reconocido como un virus. Sugiero que la palabra es precisamente ese tipo de virus. El doctor Kurt Unruh von Steinplatz desarrolló una interesante teoría sobre los orígenes y la historia de este virus-palabra. Postula que la palabra es un virus de los denominados de mutación biológica que efectuó una modificación de carácter biológico en su huésped, transmitida luego genéticamente. Una de las razones por las que los simios no pueden hablar es simplemente porque la estructura interna de sus gargantas no está diseñada para formular palabras. Él sostiene que la alteración de la estructura interna de la garganta fue ocasionada por una enfermedad viral… Y no ocasionalmente… Esta enfermedad puede haber tenido perfectamente una alta taza de mortalidad pero algunos simios hembras deben haber sobrevivido para dar a luz a los niños prodigio. La enfermedad tal vez asumió una forma más maligna en el macho por su estructura muscular más desarrollada y más rígida y causó la muerte por estrangulación y fractura vertebral. Como el virus tanto en machos como en hembras precipita el frenesí sexual irritando los centros sexuales del cerebro, los machos fecundaban a las hembras en sus espasmos de muerte y la alterada estructura de la garganta era transmitida genéticamente. Habiendo efectuado alteraciones en la estructura del huésped que dieron como resultado una nueva especie diseñada especialmente para alojarlo, el virus puede ahora replicarse sin perturbar el metabolismo y sin ser reconocido como un virus. Una relación simbiótica se ha establecido y el virus ahora es construido en el huésped, quien lo ve como una parte útil de sí mismo. Este virus exitoso puede ahora mirar con desprecio a los virus gángsteres como el de la viruela y enviarlos al Instituto Pasteur. Ach jungen, qué escena tenemos aquí… Los simios cambian el pelo, se lo despegan las hembras gimiendo y babeando encima de los machos moribundos como vacas con aftosa y entonces un hedor almizcleño apestoso dulce podrido metá- lico hedor del fruto prohibido en el Jardín del Edén…

La creación de Adán, el Jardín del Edén, el desmayo inducido de Adán durante el cual Dios hizo a Eva de su cuerpo, el fruto prohibido que por supuesto era el conocimiento de todo el maldito asunto, y que podría ser considerado el primer caso Watergate; todo encaja perfecto en la teoría del doctor Steinplatz. Y esto era un mito blanco. Lo que lleva a suponer que el virus-palabra asumió una forma especialmente maligna y letal en la raza blanca. ¿Qué explica entonces esta especial malignidad del virus-palabra blanco? Probablemente, una mutación del virus ocasionada por radioactividad. Todos los experimentos llevados a cabo hasta ahora con animales e insectos indican que las mutaciones resultantes de las radiaciones son negativas, es decir que no conducen a la supervivencia. Estos experimentos están relacionados con los efectos de la radiación en criaturas autónomas. ¿Qué hay de los efectos de la radiación en los virus? ¿No se esconden, quizás, algunos experimentos secretos y clasificados detrás de la seguridad nacional? Mutaciones virales ocasionadas por la radiación pueden ser totalmente benéficas para el virus. Y uno de esos virus podría perfectamente violar el equilibrio con la célula huésped. Entonces ahora con los grabadores de Watergate y las consecuencias de las pruebas atómicas el virus se mueve inquieto en todas sus blancas gargantas. En otro tiempo fue un virus asesino. Podría volver a convertirse en un virus asesino y arder furiosamente a través de las ciudades del mundo como un magnífico incendio forestal.

“Es el principio del fin.” Ésa fue la reacción de un científico agregado a una de las mayores embajadas de Washington frente a los reportes que decían que una partícula génica sintética había sido producida en un laboratorio… “Cualquier país pequeño puede ahora hacer un virus para el que no haya cura. Sólo se necesita un pequeño laboratorio. Cualquier país pequeño con buenos bioquímicos puede hacerlo.”

William S. Burroughs, La revolución electrónica, Caja Negra, Buenos Aires, 2009

Traducirse

La canción "Traducirse" de Adriana Calcahnotto es originalmente un poema de Ferreira Gullar, que transcribimos acá abajo:

Una parte de mí es todo el mundo; otra parte es ninguno: fondo sin fondo. Una parte de mí es multitud: otra parte extrañeza y soledad. Una parte de mí pesa, razona; otra parte delira. Una parte de mí almuerza y cena; otra parte se espanta. Una parte de mí es permanente; otra parte se sabe de repente. Una parte de mí es solo vértigo; otra parte, lenguaje. ¿Traducir una parte a la otra parte —que es una cuestión de vida o muerte— será arte?

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