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La lengua tibetana y el budismo


Gerardo Abboud, traductor del Dalai Lama en la Argentina y en otros países de Latinoamérica, nos cuenta en esta entrevista algunas peculiaridades de la lengua tibetana.

-¿Cuál es brevemente la historia de la lengua tibetana?

El rey Songtsen Gampo (siglo 6° AD) fue el primero que decidió introducir el budismo en Tibet. La lengua tibetana en ese entonces no contaba con escritura propia, excepto una muy rudimentaria, y tampoco con la sofisticación necesaria para traducir enseñanzas tan profundas. Así que envió a la India a un grupo de tibetanos muy capaces liderados por Thonmi Sambhota para crear el idioma. Ellos tomaron como base el alfabeto y la gramática del sánscrito y así diseñaron la lengua, creando palabras nuevas para representar los conceptos budistas.

-¿Cuáles son las características primordiales de su escritura? ¿Es alfabética o ideogramática? ¿Maneja sujeto y predicado, o tiene otra forma de gramática?

Es alfabética y tiene pocos signos gramaticales. Las palabras que forman una oración se suceden sin espacios entre sí. Maneja sujeto y predicado pero no de una manera muy definida ya que es un idioma ambiguo que se presta bastante a la interpretación. Así el sujeto continúa tácitamente en muchos renglones y a veces es difícil ubicarlo nuevamente.

-Contaste en una nota a Página 12 que el tibetano es un idioma creado especialmente para transmitir las enseñanzas budistas, ¿cómo sobrevive su pureza ante las apropiaciones del uso? ¿Ha derivado en dos o más lenguas, una para los documentos sagrados y otra para la vida cotidiana?

Los textos sagrados tienen una forma gramatical particular que la diferencia de la coloquial. La pureza no se ha alterado por ello porque los que escriben los textos siguen las pautas correspondientes. El coloquial, por el contrario, varía enormemente dependiendo de la zona geográfica de donde proviene. Hay que recalcar que Tibet no tenía formas de comunicación modernas como la radio, tv, etc., y por lo tanto no hubo una unificación del idioma hablado. Por eso, puede variar notablemente de una zona a otra. Eso no ocurre en el escrito.

-¿Por qué es tan precisa para referirse al estudio de la mente? ¿Dónde radica esa potencia de la lengua?

El budismo tiene como objetivo el conocimiento de la realidad absoluta de todos los fenómenos, incluidos nosotros mismos. Es nuestra mente la que llega a conocer esa realidad, y por lo tanto se puede decir que a través de la meditación se va estudiando la mente a nivel contemplativo en sus distinta formas hasta llegar a conocer su estado natural, antes de que ocurra en ella ninguna distorsión. Así se van descubriendo distintas funciones de nuestra conciencia que están claramente descriptas en el idioma.

-¿En dónde residen sus grandes diferencias con las lenguas indoeuropeas?

Las lenguas indoeuropeas se desarrollaron enormemente hacia las cosas del mundo exterior. Tiene entonces una precisión enorme para describir los resultados de las investigaciones científicas y de la ciencia aplicada, como la mecánica, la medicina, etc. Por ejemplo, se tiene una palabra exacta para cada pieza de un automóvil. El tibetano carece completamente de ese vocabulario técnico pero abunda en lo que hace a la mente.

-¿Hay algunas palabras puntuales que pueden ejemplificar estas diferencias? ¿Por ejemplo, “sabiduría”, “luz”, “mente” u otras?

Estas palabras tienen un significado cultural en nuestras lenguas que muchas veces difiere del que se asigna en el tibetano. O sea que hay que explicar lo que se quiere decir con esos términos en un contexto budista. Sabiduría, por ejemplo, es en nuestra lengua el cúmulo de conocimiento conceptual al que se ha llegado por estudio, o por experiencia de vida, como la “sabiduría de los abuelos”. En el budismo se refiere a la experiencia directa de la naturaleza de la realidad, que trasciende el pensamiento y las palabras; la sabiduría primordial es nuestra verdadera naturaleza, también llamada naturaleza búdica. No la generamos como algo nuevo que resulta de recorrer el camino espiritual sino que ya es perfecta en sí misma y el camino simplemente nos lleva a descubrirla, tal cual es. Y por supuesto ocurre en nuestra mente.

-¿Cómo fue la experiencia de aprender el tibetano? ¿Totalmente ligada a tu camino hacia el budismo?

Es un proceso que nunca termina. Al encontrarme con los lamas en 1971 vi que casi ninguno hablaba otro idioma y siempre tenía que recurrir a un traductor. Decidí entonces estudiarlo y a pesar de la dificultad de ser totalmente distinto a los nuestros, poco a poco lo pude aprender. Por supuesto que siempre estuvo ligado al budismo. Convivir con la familia de mi maestro principal durante ocho meses fue determinante para progresar en su aprendizaje.

-¿Y cómo es la experiencia de traducir a los lamas? ¿Cómo es ese momento de contacto entre una cultura y otra? ¿Esa transferencia constante es un aprendizaje en sí mismo?

Traducir a los lamas oralmente es una experiencia que requiere mucho más que el simple dominio del idioma. Hay que conocer bastante del budismo, aunque no es necesario saber de antemano el tema a traducir en ese momento. No se trata de una traducción sino más bien una interpretación para volcarlo a nuestras lenguas de manera comprensible y gramaticalmente correcta, sin añadir nada extra a lo que el maestro dice. Se requiere mucha atención, memoria, agilidad para encontrar las palabras adecuadas, cierta elocuencia para mantener la atención de los oyentes, claridad para exponer lo que se está enseñando, y otras cualidades más. Por supuesto que al estar traduciendo uno al mismo tiempo aprende.

Gerardo Abboud nació en Buenos Aires en 1945. Luego de graduarse de ingeniero en la Universidad de Buenos Aires viajó a Oriente en 1970. Residió 14 años en los Himalayas de India y Nepal estudiando y practicando budismo tibetano. Desde sus primeros años en la India, Abboud se dedica a la traducción del idioma tibetano al inglés y al español, tanto de textos como de enseñanzas orales. En esta función se ha destacado como traductor de S.S. Dalai Lama en sus visitas a Latinoamérica desde 1992. En la actualidad reside en Buenos Aires con su familia.

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