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El taller de Casas - La experiencia del desierto


En abril también hemos elegimos publicar este poema escrito por otra alumna de Espacio Enjambre, Agustina Murillo. Un ensayo diseñado con forma de poema sobre los taller de Fabián Casas.

Este texto, aunque parezca un poema no es un poema es un ensayo. Y este ensayo, aunque no parezca tiene la estructura de un cuento que en un principio fue una novela pero que luego se condenso. De todas formas, preferimos decir que es un ensayo y no puro cuento porque pensamos que quizás todo eso no sea más que una única y misma cosa: algunas ideas que no le pertenecen a nadie y que nunca serán ideas definitivas. Lo que sigue aquí es lo que aprendí en mi paso por el taller de lectura y escritura de poesía del escritor Fabian Casas, es lo que aprendí de Andrea, de Carime, de Caro, de Ceci, de Fabian, de Fernando, de Francisco, de Leo, de María, de Marlene, de Maru, de Sonia, de Vicky y es también lo que aprendí de mí. En este ensayo están mezcladas todas nuestras voces y es el producto de un trabajo colectivo. Gente trabajando para conseguir la libertad.

LA EXPERIENCIA DEL DESIERTO

A Fabian Casas,

que ha sido para mi

como el rio Uruguay

cuando crece

y lo inunda todo.

No trabajar solo, la literatura es colectiva.

La técnica que te sirve para escribir te tiene que servir para vivir.

Pensar desde la incomododad, no desde el confort.

El confort debilita.

Trabajar con lo inesperado, no con lo imposible.

Lo imposible es traumático, lo inesperado es enriquecedor.

Encontrar la voz que te avergüenza, la voz ajena, con la que no te sentís cómodo.

No pensarse dentro de la literatura.

Usar el corte, perder la forma.

Crear cruzando materiales.

Empezar a escribir juntando versos de otros.

Trabajar en contra de la narración lineal.

El personaje lineal, estable, fracasa.

Los personajes que funcionan son los inestables.

No ceder a la explicación.

La poesía está en el detalle.

Vivimos en contingencia, en inmanencia como el mar.

No hay nadie que te esté cuidando.

Hacer algo que hasta ese momento no se pensaba que se podía hacer.

Ampliar la paleta de colores.

Que el texto deje un lugar vacío para que cada uno pueda poner su deseo allí, su interpretación, su experiencia.

Lamborghini escribe con nada y puede hacerlo porque está emancipado.

No pasar de la literatura a la literatura, sino de la realidad a la literatura.

No hacer meta literatura, tomar cosas de la vida real y pasarlas a la literatura.

Eso da potencia.

No decir lo qué pasa, no contarlo, no explicarlo, que el lenguaje lo exprese.

No decir: tuvo un brote psicótico.

Hacer con el lenguaje que el capítulo tenga un brote.

Hacer que el lector no entienda nada por un momento.

La emancipación es dar todo lo que se puede dar.

Si no se atraviesa el dolor, no se cierra la herida.

Hay que trabajar para parar el diálogo interno, allí aparece una voz.

La pedagogía consiste en como conducir a cada quien hacía el desierto.

Encontrar la debilidad y volverla potencia.

Hay que trabajar en contra de lo poético porque lo poético no significa nada.

La poesía surge cuando te sentás a leer y no a escribir.

Esa lectura no tiene que ver con leer libros.

La vida privada, el hombre común, esa es la verdadera liberación.

Estar online da sensación de inmortalidad, así, uno piensa que la fiesta siempre está en otro lado.

Lo cierto es que la fiesta no está en ningún lado.

Todos tenemos un disco con dos o tres temas, con trabajo, se puede abrir un surco para introducir una canción nueva.

Hacer movimientos inesperados.

Si el poema es largo tiene que ir y volver siempre a algo.

No importa que el poema tenga sentido, trabajar con la intranquilidad, oradar el sentido común.

Lo que consigue el poeta, al no fijar un sentido definitivo, es que cada lector pueda poner su sentido allí.

No explicar.

No explicar.

En oriente se puede pensar en estado de contradicción, eso es enriquecedor.

En occidente se piensa en binarios opuestos.

El relato tiene que tener múltiples lecturas.

Si los personajes se van a dormir, el lenguaje se tiene que ir a dormir.

Los personajes buenos son los inestables, la gente real es inestable, eso es lo vivo.

Producir un movimiento inesperado en una cadena de significantes y significados.

No por una razón oculta de sentido, hacerlo por puro placer estético.

Hay que convivir con lo que uno no entiende, allí donde está el peligro está también la salvación.

La mejor poesía es la que no entiendo.

El poema tiene que generar un estado de incertidumbre, no de respuesta.

El poema tiene que tener muchas lecturas posibles.

Trabajar en contra del yo, encontrar la voz extraña.

Estamos acostumbrados a estar de acuerdo con nosotros mismos, eso es improductivo.

Permanecer en los lugares de incertidumbre.

No preparar toda la clase, si lo haces no vas a poder estar presente.

Para estar presente hay que dejar un lugar vacío.

Explicar es embrutecer.

Un maestro enseña a emanciparse.

Escuchar al otro y no hablar tanto.

Cuando te sientas tentado a criticar a alguien, recordá que no todos tuvieron las mismas oportunidades que vos.

Recortar, dejar afuera.

Que no importe la morfología del poema.

Al poeta no le importa que el lector este tranquilo.

Saca al lector de su zona de confort.

No escribir para el lector, escribir.

Hay que estar preparado para recibir.

No respetar la cronología de los hechos.

Enumerar.

Desapegarse del texto de uno y del texto del otro.

Escuchar lo que quiere decir el poema y dejar de lado lo que uno quiere decir.

Tu experiencia personal no le interesa a nadie.

Hacer trampa al lenguaje, por el contenido, por la forma y por el sonido.

Comparar debilita.

Hay que trabajar en contra de la poesía.

Construir un poema lineal para luego producir un movimiento inesperado.

Sacar lo que se repite, dejar una imagen para que cobre mayor visibilidad.

Que el título no explique el texto.

No caer en lo literario sin sentido.

Escuchar al poema.

Hay que trabajar en contra de lo que quiero decir.

Si todo lo que quiero decir, lo digo, no sirve.

Ahí donde está el peligro, eso de lo que huimos, ahí está también la salvación.

No decir lo que ya se sabe.

Que no haya muchas imágenes.

No tener afán de concluir.

Concluir tranquiliza al lector y vuelve improductivo al texto.

El otro quiere que uno se defina todo el tiempo, no ceder a eso.

Desapegarse de lo que se hace y de lo que se escribe.

Ponerse en estado de disponibilidad.

No enojarse.

El enojo y los celos distorsionan, no producen.

Escribir lo que el poema quiere decir.

No separar la metafísica de la técnica.

No trabajar sobre la forma sino sobre la ontología del poema, del problema.

Analogía con la terapia: decir a un paciente que es lo que tiene que hacer es reducir su problema a lo que dice.

En poesía, la música por sobre todas las cosas.

Hacer sustantivo al verbo.

El poema pierde cuando explica, gana cuando muestra.

El aburrimiento es en donde se capta al ser en su máxima expresión.

Uno nunca sabe lo que le pasa al otro en el plano de lo consciente, pero en el plano inconsciente hay otro registro.

Leer sin la necesidad de entender, hay algo en vos que entiende sin que sepas.

Si escribís como poeta fracasas, escribir con lo cotidiano, con lo actual.

A la gente no le gusta mostrar que no sabe.

Siempre es mejor una mala lectura porque no está adoctrinada y eso es enriquecedor.

La buena lectura es conservadora y domesticada.

Usar distintas voces sin explicar, no poner comillas.

Leer sin buscar comprender y sentir el afecto que produce.

El problema puede ser la virtud.

Escribir el poema como sale, luego trabajarlo.

Hacer que la realidad funcione a nuestro favor, no en nuestra contra.

Subir lo que no te gusta del poema.

No importa el final sino la potencia de la trama.

Pasar un poema por seis correcciones.

La habilidad surge de la imposibilidad.

Estar confundido es productivo para escribir.

¿Quien te corre? ¿Cuándo comenzó la prisa?

La misma melodía, repetirla y agregar un elemento nuevo cada vez.

Copiar a Zelarrayán.

Corregir el poema del otro es corregir el poema propio.

Al principio está mi fin.

Estamos heridos de muerte.

Estar enojado es el peor estado.

Apropiarse de los textos de otros.

Más allá del contenido, ver la operación mental con la que el autor construyó la estructura del texto.

Ver la operación mental.

Sacar un elemento de la cadena significante y ponerlo en una nueva cadena.

El poeta fuerte decide lo que es poesía y lo que no.

Lo más importante es cualquier cosa.

Lo fundamental en la dialéctica es la negatividad, no sirve para nada ser positivo.

Lo que no nos gusta dice mucho de nosotros.

La técnica tiene que estar unida con la metafísica.

El pudor te puede destruir.

Trabajar en contra de los lugares comunes es trabajar a favor de la vida.

Cada uno en su prision piensa en la llave.

No buscar la voz personal sino la que es extraña, la que no es del yo.

Pasar por la etapa del aburrimiento para poder crear.

Que las cosas hablen por sí mismas sin que el poeta intervenga.

Quedarse cerca de la gente que no te pide que te identifiques.

Saber esperar, cada poema tiene su tiempo, trabajar.

Trabajar.

Practicar el desatino controlado, hacer cosas que no sirvan para nada, cosas sin sentido, hacerlas como si lo tuvieran. Engañar así al amo.

Lo unico que no debe adjetivarse es el dolor.

No hay que esperar a saber para escribir.

En el poema las cosas no tienen que ser como suceden.

El poema puede ser contradictorio, puede tener distintas voces, distintos momentos.

En el poema la cronología de los hechos no es necesaria porque el tiempo nunca es lineal.

Mostrar imágenes, no bajar ideología.

Quiero escribir un libro que haga latir tu cabeza como tu corazón.

Vos no tenes un talento. Nadie lo tiene.

Hay que trabajar para abrir un canal por donde el talento se pueda expresar.

Con ese trabajo lo que se expresa es el talento del otro, que no es más que el lenguaje mismo.

Hay que tener amor por nuestro destino.

No seas llorón.

Todo lo que ahora tenes, es todo lo que ahora necesitas.

A la tradición hay que salir a buscarla, como a los libros.

Todo puede ser poesía, cualquier cosa puede ser poesía, pero no de cualquier manera.

Hay que tener una técnica, buscarla en algún autor que nos guste.

Que el libro no sea de nadie, trabajar en contra de la idea del yo.

Pensar aún sabiendo que lo que se va a encontrar es algo malo.

Ser mortal y no virtual.

Buscar una prosa que limpie.

Tu voz personal no le interesa a nadie.

Dejar de lado el estereotipo, trabajar en contra del lugar común.

Solo existe la política cuando se rompe el discurso estereotipado que determina a cada sujeto en su función, por ejemplo, cuando el verdulero habla de poesía.

Tengo la cabeza llena de ideas y acá me obligan a lavar el piso.

No dejar que el lector escriba nuestro texto.

Se puede hacer una novela sobre lo que no se sabe.

No trabajar sobre la representación sino sobre lo que irrumpe.

El espacio en blanco ocupa la misma intensidad que lo escrito.

Trabajar en la condensación, aunque el lector no entienda.

Antes de hacer poesía hay que hacer trabajo social.

Mostrar una imagen.

Que no hable el flujo ideológico.

Que no hable la explicación ideológica porque eso lo vuelve un lugar común.

Si no esperas nada, sucede lo inesperado.

No existe el tiempo lineal, la narración lineal fracasa.

El pasado siempre habita el presente.

A veces recordamos versos, se nos fijan y no sabemos por qué.

Esos versos vuelven una y otra vez y no los olvidamos.

En el ajedrez: que te toquen las negras, ir perdiendo dos a cero sin haber empezado a jugar.

Con todo en contra, ahí es cuando puede surgir un movimiento nuevo.

Un poeta fuerte dice, a partir de hoy esto es poesía.

La tradición de Cesar Aíra es Duchamps.

Oppen decía que las palabras son enemigos.

Pizarnik decía qué hay que usar las palabras como bisturíes.

Como te paras, como respiras y cómo mantenes tu equilibrio. No se trata del golpe.

Hay que estar muy atentos para no ser escritos.

A veces hay imágenes que no podés describir.

Cuando menos pensas en el lector, más lo respetas.

El autor grande permite que vos escribas en tu cabeza.

Las palmeras salvajes: en esa novela hay personajes que no están estereotipados, son de la vida común. Los capítulos aparentemente no tienen ninguna conexión y casi que no la tienen.

La idea de Faulkner es reescribir la Biblia cruzándola con Shakespeare.

Faulkner traducido por Borges da Onetti.

Hay que ser Uruguyo, pensar de modo lateral, no entrar en el binarismo.

Las ideologías no nos dejan pensar.

Hay que pensar peinando el pelo en su dirección contraria.

Hay que pensar en contra del yo, pensá en contra tuyo.

Andando a contrapelo la pulga aprende.

Matá a Borges.

No pierdas el tiempo buscando ser original.

El confort te debilita. No hay ningún lugar a donde ir.

Hacer un poema en blanco, que deje todo el lugar vacío para que uno pueda reconocerse.

Como una película con la cámara quieta, en donde no pasa nada, nada pasa.

La política es la interrupción de lo político.

El hecho político está tan naturalizado qué pasa de largo.

Definirse es antipolítico, es hacer las cosas que te dicen que tenes que hacer.

Inventar algún lenguaje para algún personaje.

Este niño se ha bancado el hielo.

La lengua es lo social mismo, cambiar la lengua es cambiar el mundo.

Sos el protagonista del guión de otro. Escuchame, no cedas al lector.

Pasar el personaje de la realidad a un personaje de ficción.

No explicar cosas que el personaje no explicaría por ser el.

Si está en el campo no nombra qué hay vacas porque las vacas están.

Distinguir en el texto quien lee y quien escribe, el que escribe es el que explica, el que nombra las vacas.

Borrar al que escribe, confiar en el lector.

No se entra al zen por estar iluminado sino por estar desesperado.

César Aira tiene como método escribir una página por día.

Cambiar de idioma es empobrecer el lenguaje, es trabajar en contra del confort.

Agota Kristof tenía la convicción de que la iban a publicar.

Cuando era chico me perdí en el bosque, ahora el bosque tiene mi edad.

Los recuerdos nunca son reales.

El yo, la primera persona conduce, explica, ir en contra de eso.

Escribir la imagen, no relatar la escena, hay que hacer callar al que explica.

No ir en contra de la habladuría, escribir desde ahí y luego dar forma, cortar.

Borges metabóliza el dolor en aventura, trabaja por sustracción no por acumulación.

Describir una corbata es describir un destino.

Hablar desde lo incierto, no desde el yo.

Para aprender hay que mirar al sesgo.

La experiencia está articulada a la aceptación de la pérdida.

Escribir para no tener miedo.

Hacer de los lugares puertas.

A veces nos perdemos entre el pueblo que dejamos y el pueblo al que no llegamos.

Quizás sea ese el verdadero lugar.

Quizás sólo exista el desierto.

Agustina Murillo nació en la provincia de Entre Ríos en 1986. A sus 18 años se mudó a Buenos Aires para iniciar sus estudios en la Facultad de Psicología (UBA) en donde se egreso con diploma de honor a finales de 2010. Realizó sus estudios de Posgrado en clínica psicoanalítica y recientemente ha terminado de cursar su Maestría en Psicoanálisis en la Universidad de Buenos Aires. Ha trabajado como docente (UBA) en él área de clínica de las psicosis y como psicoanalista clínica hasta fines del año pasado. Si bien se ha interesado por la literatura desde su adolescencia, nunca estudio letras de manera formal. A principios de 2017 inició un taller de lectura y escritura de poesía con el escritor Fabián Casas y ubica a esa experiencia como un quiebre en la secuencia de su vida. Actualmente vive en Madrid y se encuentra trabajando en la conquista de lo inútil.

¿Cómo describirías tu experiencia de taller en Espacio Enjambre?

Es un lugar que invita a ser habitado, es un ambiente cálido, amable. Allí dicta sus cursos el escritor Fabián Casas, yo forme parte del taller “Invencible”, desde mi experiencia puedo decir que es un taller que recibe la diferencia, la pregunta y los afectos. El paso por el taller ha sido para mí una experiencia colectiva y emancipadora.

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